La madera, recurso natural, resulta muy valiosa por la innumerable cantidad de aplicaciones que posee. Así, se emplea en la elaboración del papel o como leña para producir calor; pero quizás los usos que más requieren de un control de plagas en Tenerife sean aquellos relacionados con la carpintería que incluye suelos, techos, armarios, muebles, etc. sin olvidar los cerramientos (puertas y ventanas) y los elementos decorativos.
Los insectos que comen madera, organismos xilófagos (herbívoros cuya dieta principal es este material), se consideran una de las plagas existentes de mayor peligrosidad. Por una parte debido a que son indetectables a simple vista; por otro lado, no es sencillo medir el alcance de su actividad ni los daños que provocan. En consecuencia, siempre conviene llamar a empresas expertas del sector para su erradicación.
Los xilófagos más conocidos, que se alimentan de cualquier objeto hecho de madera desde las pequeñas obras de arte hasta las estructuras de una edificación, son:
- Termitas: ingieren la celulosa.
- Carcomas: coleópteros, cuya larva ataca las vigas, artesonados, plataformas, etc., abriendo túneles y galerías que debilitan la resistencia del material.
- Polillas: prefieren la ropa y el papel.
Protegiendo los artículos fabricados con madera
El tratamiento contra estas plagas depende del tipo de objeto que ha sido contaminado. Por lo general, la carcoma se aloja en los entarimados y los marcos de los cerramientos; el daño se reconoce por los agujeros que dejan al salir al exterior para transformarse en insectos voladores o gracias a los depósitos de serrín, que aparecen mayormente en las estaciones cálidas.
En estos casos, lo usual es determinar el alcance del problema; en especial, si las estructuras (vigas o columnas han sido afectadas); entonces se procede a remover las capas protectoras de barniz. Después, se inyecta el insecticida a presión, que por los canales naturales del material se distribuye uniformemente. Este sistema es efectivo en piezas de gran tamaño (área transversal) y resulta compatible con los tratamientos ignífugos convencionales.
También existe la pulverización, preferida para tratar superficialmente zócalos o frisos, porque solo tiene un alcance de penetración de 2 a 3 mm. En el caso de bienes que no pueden ser taladrados o cuando las salpicaduras del producto dañarían los acabados se utilizan geles de alto poder.