Si se vive en un clima frio, ya sea que permanezca así todo el año o solo durante el invierno, es indispensable tener confiables sistemas de calefacción, como unas calderas Ferroli, con objeto de garantizar seguridad, salud y bienestar a cada habitante del lugar.
Desde la prehistoria y el momento en que el hombre descubrió cómo manejar el fuego sin riesgos, ha tratado de idear la manera de distribuir calor por un recinto, eficientemente y con seguridad, sin ser necesario reunirse todos alrededor de una fogata.
Los griegos y los romanos fueron los primeros en inventar la calefacción central. En muchos de los edificios y templos hacían pasar aire, previamente calentado en un horno, por espacios creados para ello debajo del piso.
Con el tiempo se desarrollaron técnicas de calentamiento de grandes áreas usando aire o agua caliente, vapor del mismo fluido y más recientemente electricidad. Cada uno con sus pros y contras, pero todos basados en el hecho de que cualquier cuerpo sometido a altas temperaturas, tenderá después a emanar calor hasta que sincronice de nuevo con la del ambiente.
Y mientras se enfría, se la puede hacer circular por tuberías a través de los lugares donde se desea alterar la temperatura promedio. Ahora bien, una casa necesita algo más que una sustancia caliente desplazándose por ductos para mantenerse cómoda y tibia.
Para minimizar las pérdidas de energía, esta debe ser construida o remodelada con materiales aislantes en paredes, ventanas, puertas y techos; y además, se requiere tener sentido común y no permitir pasar el aire frío, al dejar abierto por descuido algún acceso.
En el mercado existe una gran variedad de modelos, desde los pequeños y compactos de apartamentos, hasta máquinas industriales para edificios enteros. Pudiéndose elegir qué combustible, elemento responsable de calentar el material que servirá de conductor, es más eficiente y barato entre el carbón, gas natural, electricidad o bombonas de butano.
Al final del día, el placer de llegar a la casa, disfrutar con la familia sin preocuparse del helado exterior y darse una deliciosa ducha caliente directamente de la tubería… constituye un momento muy anhelado.